Ya he vuelto de las vacansis. Estas dos semanas han estado repletas de diversión, coronitas, mojitos, playa, mar, paseos, conversaciones confidenciales y hasta un eclipse lunar. Han servido para consolidar más (si se podía) una amistad de las autenticas.
Lo más destacable de todo ha sido el cursillo de windsurf. Debo confesar que aunque ya me habían avisado que era un deporte bastante difícil y ya iba mentalizada me había quedado corta. El mar y el viento no estaban de nuestro lado y se aliaron haciendo que fuera muy complicado aguantar el equilibrio sobre la tabla aún sin la vela, pero a pesar de todo el primer día conseguí aguantarme un poco:
Del segundo día no tengo fotos pero sí que tengo que decir que terminé con unas ganas tremendas de tirar la toalla y dejar pasar las dos horas que me faltaban, ya que el estado del mar hacía muy muy complicado aguantar el equilibrio sobre la tabla, hasta el punto de que el profe me ató la tabla a una de las boyas para que no tuviera que hacer tanto esfuerzo al entrar hacia dentro con la tabla y la vela cada vez que las olas me tiraban para la orilla.
Así que el tercer día me presenté con la intención de abandonar, pero nada más verme el profe cuando llegó con la furgoneta se bajó, me miró y me dijo: "Hoy es tu día! Mira que mar tienes delante tuyo, todo para ti! Hoy triunfas, ya lo verás!" Así que ante ese saludo me fue imposible decir que abandonaba y bueno, el mar estaba de lo más tranquilo y una suave brisa empezó a soplar de modo que al final ese día conseguí aguantarme sobre la tabla, conseguí girar sin caerme al agua y hasta navegar más rápido de lo que yo me esperaba:
La mezcla entre el subidón de adrenalina y la sensación de lograr algo cuando estaba casi a punto de abandonar, el ver que lo había conseguido a pesar de mis complicaciones me dejó todo el día con una sonrisa de esas de oreja a oreja, tanto que aún me sale al recordarlo. Me ha encantado, me han quedado ganas de volver a repetir y es probable que en septiembre me vuelva a escapar un par de días más ;)
