Con el tiempo he conseguido pulir una serie de cosas pero hay otras que se me resisten y no hay forma. Una de esas cosas es el hecho de darle más vueltas de las necesarias a según qué cosas. Ayer fue uno de esos días en los que no puedes parar la mente quieta ni un instante... y en pleno agobio, cuando estaba hablando por teléfono y explicando todo mi agobio, de repente me empecé a reír. Me había imaginado mi cabeza como un gran cuenco redondo y vacío en el que una neuronilla, visualizada como un ciclista de pista con casco y todo el equipo necesario para tener menos fricción, iba dando vueltas y más vueltas por la parte interior del cuenco, cada vez más y más rápida, y como el cuenco está completamente vacío la velocidad provocaba un zumbido que yo conseguía oír claramente y cada vez más fuerte. Claro está, que ante esta visualización de mi propia cabeza no pude evitar el reírme un buen rato.
Ya sé que acabo de confirmar que cada vez se me va más la pinza, pero al menos conseguí reírme un rato y logré romper la cadena mental ;)
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