Llegar tarde el primer día de trabajo no es nada del otro mundo, lo curioso es cuando aunque por la mañana has conseguido llegar bien, por la tarde se llega media hora después y además escoltada por la policía. Ya sé que puede parecer la típica escena de una comedia facilona, pero es la realidad, así empecé yo en el nuevo trabajo (que digo yo que tampoco es un mal comienzo).
Sí, he cambiado de trabajo, estoy más cerca de casa con mejores condiciones y con el mismo jefe. No me quejo de cómo se han solucionado las cosas, como yo quería pero sin llegar a intervenir de ninguna manera. Ahora estoy adaptándome y casi sin tiempo para sentarme a descansar, pero en el fondo tanto movimiento me gusta.
He conseguido perderle el respeto a los cambios, ya no me dan tanto miedo como antes ni me aferro a las cosas, o hasta incluso a las personas, con la desesperación que solía hacerlo (¿será que me hago mayor?). También tengo algo más de paciencia con las cosas, no es que me haya convertido en la persona más paciente del mundo pero teniendo en cuenta que quería que todo pasara para ayer, el que consiga controlar la impaciencia y esperar que las cosas pasen entre hoy o mañana ya es un gran cambio, al menos para mí ;-)