Alargo los dedos mientras el miedo recorre mi columna, aun así logro tocarla, su piel es suave y tiene un tono dorado natural que supongo habrá adquirido al pasear bajo el sol, seguramente junto al mar. En el breve instante que nuestros dedos se tocan nuestras mentes establecen una extraña conexión, las mismas preguntas atraviesan las dos mentes inquietas en el mismo momento, ninguna de las dos puede controlar esa sana curiosidad. Lo que más me sorprende de ella es su mirada, ojala la mía fuera la mitad de viva que la suya, sus ojos miran todo lo que la rodea como si fuera un niño que observa todo por primera vez y a la vez es una mirada que demuestra la seguridad que ella tiene pero sin dejar de perder la inocencia infantil, esa inocencia es la que consigue dibujar una encantadora sonrisa en su cara. Una sonrisa sincera y alegre que contagia esa paz interior.
Por un breve instante he conseguido casi atraparla, pero al reflejo no le ha gustado lo que ha visto así que se ha esfumado dejándome con mi propia imagen frente a mí.
Por un breve instante he conseguido casi atraparla, pero al reflejo no le ha gustado lo que ha visto así que se ha esfumado dejándome con mi propia imagen frente a mí.
1 comentario:
Imagen, reflejo y tu, sois iguales, el mismo ser, solo que con distinto gesto, mostrando un estado distinto. Lo que está en una, está en todas y al menor descuido vuelve...
...solo hay que estar atenta a mirar.
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