Ellas.

Una de ellas, la más joven de todas, todavía no ha descubierto todo su potencial y cree que no tiene el valor suficiente para echarle un par de huevos a la vida, yo creo que no es así, sólo tiene que verlo ella con sus propios ojos. Aunque hace relativamente ya un tiempo que nos conocemos no ha sido hasta hace poco que la relación se ha ido consolidando de un modo más sólido, hasta llegar al punto de considerar nuestros viernes de kebab como algo casi sagrados.
Otra de ellas está superando la ruptura de una larga relación con un maltratador psicológico del que además tiene un niño. La conocí hace relativamente poco, de una manera muy casual, por conocidos de conocidos y conectamos desde el primer momento. Es curioso porque yo no soy de “relaciones gaseosa” pero aunque ésta no lo es, sí que hay mucha complicidad, tal vez por el hecho de haber compartido bastantes vivencias.
Hay otra, la más alocada de todas con la que la relación está empezando pero a pesar de eso la confianza es bastante alta y las risas no faltan, aunque también los momentos de confesiones.
Y por último, tal vez va en este lugar por ser con la que tengo menos relación, está la única que está felizmente casada y con niños, no la conozco mucho, sé que no es de aquí y poca cosa más, pero me parece una persona de las que con el tiempo si la cosa sigue será de esas personas con las que puedes contar.

Ellas y yo, cada una con su propia vida, sus éxitos y sus fracasos, pero a pesar de todo hemos coincidido en un punto común y cada una aportamos nuestro punto de vista. Me alegro de que hayan entrado a formar parte de mi vida, en algún caso con más implicación emocional que en otro, pero me alegro de haberlas conocido.