El otro día hablando con mi wapis salió en la conversación sobre lo que nos cuesta decir un “te quiero” a las personas que realmente nos importan. Es fácil decirlo cuando las palabras no acompañan al sentimiento, pero cuando lo acompañan y realmente la otra persona nos importa, decirlo es mostrarnos indefensos, estamos entregando el poder a la otra persona para que nos pueda hacer daño si así lo deseara, y por eso creo que nos cuesta tanto decirlo cuando es verdadero.
No sé por qué, y confieso que yo soy la primera, nos escudamos bajo una falsa apariencia de protección y seguridad. Es como vivir en una casa enorme en la playa pero equipada con varias alarmas para aumentar su seguridad, así somos nosotros, nos mostramos como personas normales y accesibles pero en el fondo llevamos instaladas tantas alarmas y tenemos tanto miedo de que puedan “invadir” nuestra intimidad, aún cuando sean personas a las que nosotros hayamos invitado, que nos protegemos detrás de unas palabras que no llegamos a pronunciar para que no nos hagan daño, o no lleguen a mostrarnos como personas vulnerables a las que realmente es fácil herir, sin pararnos a pensar que la mayoría de veces, somos nosotros mismos los que nos hacemos más daño con la sobreprotección.
Reflexiono sobre las veces que las he pronunciado, algunas de las personas a las que se las he dicho sinceramente han terminado haciéndome daño, mi ex es un ejemplo de ello. Pero también sé que hay una persona a la que no se las he llegado a decir, y muy a mi pesar, me queman en el corazón y en la garganta ya que no se las podré decir, al menos físicamente, no sé si en otra vida nos volveremos a encontrar, pero aún hoy, más de trece años después todavía me arrepiento de no habérselo dicho a mi padre.
Por eso ahora, cuando alguien realmente me importa y no se trata de reducirlo a una relación sentimental, por mucho que me cueste lo digo, ya sé que muchas veces le añado la coletilla de “y no voy borracha” pero tal vez sea esa mi manera de empezar a quitar algunas alarmas. Porque no nos engañemos, cuando una lleva un par de cubatas encima es muy fácil abrazar a los demás y decirles “te quiero mucho y conste que no es sólo porque voy medio borracha”, lo difícil es decirlo cuando no hay nada de alcohol por medio, pero también es verdad que no son palabras para ir regalando de una forma vacía. No os preocupéis por mí, que no me vais a ver andando por la calle abrazando a todo el mundo y diciéndole que le quiero mucho, ni gritándolo a los cuatro vientos, pero sí que a los que realmente me importáis ya os lo he dicho de un modo u otro que os quiero mucho y no estoy borracha. ;)
No sé por qué, y confieso que yo soy la primera, nos escudamos bajo una falsa apariencia de protección y seguridad. Es como vivir en una casa enorme en la playa pero equipada con varias alarmas para aumentar su seguridad, así somos nosotros, nos mostramos como personas normales y accesibles pero en el fondo llevamos instaladas tantas alarmas y tenemos tanto miedo de que puedan “invadir” nuestra intimidad, aún cuando sean personas a las que nosotros hayamos invitado, que nos protegemos detrás de unas palabras que no llegamos a pronunciar para que no nos hagan daño, o no lleguen a mostrarnos como personas vulnerables a las que realmente es fácil herir, sin pararnos a pensar que la mayoría de veces, somos nosotros mismos los que nos hacemos más daño con la sobreprotección.
Reflexiono sobre las veces que las he pronunciado, algunas de las personas a las que se las he dicho sinceramente han terminado haciéndome daño, mi ex es un ejemplo de ello. Pero también sé que hay una persona a la que no se las he llegado a decir, y muy a mi pesar, me queman en el corazón y en la garganta ya que no se las podré decir, al menos físicamente, no sé si en otra vida nos volveremos a encontrar, pero aún hoy, más de trece años después todavía me arrepiento de no habérselo dicho a mi padre.
Por eso ahora, cuando alguien realmente me importa y no se trata de reducirlo a una relación sentimental, por mucho que me cueste lo digo, ya sé que muchas veces le añado la coletilla de “y no voy borracha” pero tal vez sea esa mi manera de empezar a quitar algunas alarmas. Porque no nos engañemos, cuando una lleva un par de cubatas encima es muy fácil abrazar a los demás y decirles “te quiero mucho y conste que no es sólo porque voy medio borracha”, lo difícil es decirlo cuando no hay nada de alcohol por medio, pero también es verdad que no son palabras para ir regalando de una forma vacía. No os preocupéis por mí, que no me vais a ver andando por la calle abrazando a todo el mundo y diciéndole que le quiero mucho, ni gritándolo a los cuatro vientos, pero sí que a los que realmente me importáis ya os lo he dicho de un modo u otro que os quiero mucho y no estoy borracha. ;)
4 comentarios:
Este puede ser nuestra primera mision del año.
Como tu dices no hay que decirlo sin sentido. Cuando se dice sinceramente cuesta muchísimo. A mi una vez me lo dijeron y se me puso la piel de gallina.
Como te he dicho wapis. Aprovechare tu post de hoy para hablar yo tb sobre el tema bien prontet!
Wapis, es una de las primeras misiones del año, a mí se me empieza a acumular la faena...
De todos modos, sabes que estaré encantada de leer tu punto de vista, que además, este post salió de nuestra conversación del otro día, así que ya te puedes poner manos a la obra! ;)
Besets
el poder wapis tiene q resurgir!
El poder y el decálogo wapis!!! ;)
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