Como si de una historia de las mil y una noches se tratara, allí estaban ellas, las dos princesas, caminando por la calle cuando sin saber a ciencia cierta de dónde había salido tenían enfrente suyo a un sultán de otro reino, un sultán que afirmaba ser mago.
Ellas, primero se miraron, se sonrieron y desconfiaron de la palabrería del mago mientras se protegían sus bolsas disimuladamente. Pero no fue necesario, el mago sacó su baraja de cartas y empezó a hacerles trucos, primero a una y luego a la otra. Las dos reían encantadas ya que momentos antes no sospechaban que iban a ser las protagonistas de una historia de magia. La conversación fue transcurriendo de casualidad en casualidad y de la misma forma que empezó, terminó, pero con la sensación de haber compartido unos momentos mágicos.
Y es que, al menos una de ellas, había olvidado que donde menos te lo esperas puede saltar la chispa de la magia, sólo es cuestión de estar atento ;)
Ellas, primero se miraron, se sonrieron y desconfiaron de la palabrería del mago mientras se protegían sus bolsas disimuladamente. Pero no fue necesario, el mago sacó su baraja de cartas y empezó a hacerles trucos, primero a una y luego a la otra. Las dos reían encantadas ya que momentos antes no sospechaban que iban a ser las protagonistas de una historia de magia. La conversación fue transcurriendo de casualidad en casualidad y de la misma forma que empezó, terminó, pero con la sensación de haber compartido unos momentos mágicos.
Y es que, al menos una de ellas, había olvidado que donde menos te lo esperas puede saltar la chispa de la magia, sólo es cuestión de estar atento ;)
4 comentarios:
Apunto el consejo!
jejeje ese wapis!! ;)
¿por qué cuando hablas de ti lo haces en tercera persona????
Pau, no es siempre, en este caso es para quitarme (nos) protagonismo y darselo al hecho de encontrarnos con el mago ;)
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