Nuevos rumbos.

A veces planeamos las cosas durante mucho tiempo y otras veces las cosas salen como un suspiro, de un momento para otro y cuando te das cuenta ves que no has tenido ni tiempo de reaccionar, ha sido eso, un suspiro que te ha llevado con él, te ha hecho fluir, te ha hecho dejarte llevar por eso que realmente quieres y que si te lo hubieras planteado tal vez el miedo te hubiera ganado la batalla.

Algo así ha sido lo que me ha pasado a mí. El día 23 de marzo vi publicado un anuncio en la web del colegio de ópticos donde decían que buscaban un óptico para Puerto de Santa María (Cádiz) para cubrir vacaciones y donde se ofrecía vivienda para los desplazados. Mandé mi currículum sencillamente por mandarlo, solamente por curiosidad, una curiosidad que a los veinte minutos de reloj hacía que sonara mi móvil. Dicen que cuando algo tiene que salir lo hará, creo que este fue el caso, tras un par de conversaciones las cosas encajaban y en una semana estaba recorriendo los más de mil quilómetros de distancia que me separaban de mi próximo "destino".

Nada más llegar tuve la suerte de coincidir con un par de personas a las que no conocía pero que me han hecho de anfitriones estos días, Sandra y Vicen, un encato de personas que han hecho que mi aterrizaje en esta nueva ciudad sea sobre un suave colchón, me han hecho de guías, me han presentado a gente, han cuidado de mi estos días haciendo que me sienta como en casa.

Las primeras impresiones de estos días han sido y están siendo muy buenas, la casita es acogedora, pequeña pero muy cuca. Estoy a diez minutos andando de la playa, a un par de minutos del centro de la ciudad y la gente es muy amable y encantadora.

Y aunque hasta el lunes no comienzo a trabajar ya conozco a algunos de los compañeros y las primeras impresiones han sido también buenas.

No ha pasado ni una semana desde que llegué y tengo la sensación que este tiempo lo he exprimido al máximo, me ha cundido como más de dos semanas.