jueves, febrero 10, 2005

Una mañana cualquiera

Cuando esa impresionante figura escultural y masculina me ha rescatado de las garras del horrendo monstruo que estaba a punto de engullirme como si fuera una simple oliva, he disfrutado como una criatura al volar por encima de las nubes y en el justo momento en que sentados sobre una esponjosa nubecilla con forma irregular estaba a punto de besarme, en ese preciso instante, justo en ese momento, un insoportable pitido me ha devuelto a la realidad de mi cama. Ese oportuno despertador que cada mañana se encarga de fastidiarme el sueño en el mejor momento, me ha rescatado de las garras de ese sueño tan cursi que parecía sacado de una novela romántica para devolverme a la vida cotidiana.
El timbre de casa no puede sonar en otro momento que justo cuando estoy en la ducha, cantando a voz en grito mientras rasco las células muertas con el guante de crin, así que como puedo me apresuro a salir rápidamente para terminar con la agonizante melodia del timbre y al abrir la puerta me encuentro con una amable señorita que intenta venderme no sé qué tipo de tarjeta que no te cuesta nada y encima te devuelven dinero, hoy debe ser mi día de suerte, aunque no tengo tiempo para escuchar su amable conversación o llegaré tarde a trabajar. Una vez consigo decirle que no me interesa, porque hay que ver lo difícil que es interrumpir a un vendedor que está acostumbrado a repetir lo mismo una y otra vez, si es que no te dejan ni hablar. Me preparo el desayuno, como me he despistado aprovecho para hacer tres o cuatro cosas a la vez mientras se hace el café y las tostadas, cosa que hace que al final termine desayunado unas galletas y un capuchino instantáneo porque el café ha terminado saliendose todo de la cafetera y las tostadas se han quedado pequeñitas y como piedras.
Como ya se me ha hecho tarde y no me da tiempo de ir andando al trabajo, sí, soy una de esas pocas privilegiadas que pueden ir andando a trabajar, me preparo para entrar a presión en la lata de sardinas, digo autobús que me lleva cerca de donde trabajo. Pero casualmente, hoy hay unas obras que hacen que el autobús llegue con casi veinte minutos de retraso, así que termino llegando tarde a trabajar...
Todo esto solo ha sido empezar el día, me pregunto qué sorpresas me deparará el resto del día, si es que me estoy planteando escribir un diario personal a lo Bridget Jones, quién sabe, tal vez tenga historias para ir contando...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y digo yo... vamos a suponer: Fin de semana. El viernes por la noche haces ese esfuerzo supremo de darle al click de esa máquina infernal para que te despierte temprano. Para qué? Porque voy a arreglar el armario.
Sábado, 9.00h (tampoco hay que estresarse demasiado), te levantas con cara y humor de perros porque ni tú mismo entiendes lo que vas a hacer. Café, tostadas, ducha rápida y chandal de faena. Sales de la ducha, ves el baño.."ummm casi que le doy un repasito... uyy que azulejos.. va, ya que estamos... vaya! se ha acabado el tenn.. Bueno, total el super está aqui al lado".
De camino al super: "pues ya que he salido tempranito voy al mercado".
Por una de esas casualidades de la vida, el mercado está rodeado de tiendas: "anda! las tiendas están abiertas! casi que ahora que no hay gente doy una vueltecita". Coges el teléfono: "Puri? hola nena, no te imaginas las rebajas que hay, vale te espero tomando un café".
Total, que Puri llega, tomas otro café y te vas de tiendas. Si.., son las 13.00h no has comprado el tenn, ni has ido al mercado, no has arreglado el armario y te has dejado una pasta.
Y a que viene todo esto? no se.. se me ha ido la olla, será porque me pasa bastante cualquier mañana de sábado?
Molts petonets, Niep!

Puri dijo...

Pero digo yo: ¿Y lo bien que te lo has pasado dando esa vueltecilla, de rebajas y tomando un cafecito conmigo? ;) Si es que a veces es mejor dejar pa mañana lo que puedas hacer hoy! Niep, niep! :)

Anónimo dijo...

¿Y si folláis más y habláis menos? Yo creo que todo tiene un límite, menos vuestra tibieza intelectual.