Es curioso como esas pequeñas ideas, esos pensamientos que nos parecen tan insignificantes pueden ser llegar a impulsarnos más que el motor más potente del mercado. Esas simples ideas en las que nos imaginamos diferentes a como somos, a como estamos, a lo que tenemos nos impulsan a conseguirlo. La ilusión, esa sensación que nos alegra unos momentos, unas horas o hasta una etapa bastante considerable de nuestra vida. Y es que cuando estamos ilusionados nos cambia todo, se nos olvidan los problemas, olvidamos nuestras miserias diarias y vemos el mundo con otros ojos, con los ojos de un niño que acaba de estrenar su jugete, con los ojos de una madre que recibe sobre su pecho al bebé que instantes antes estaba en su interior, con los ojos de la persona que amas, con unos ojos que no son los tuyos normalmente.
Ayer mientras compartía un té y una agradable conversación sobre proyectos, me di cuenta de lo importante que es la ilusión, como consigue alegrar esa mirada y como se vive todo de diferente manera, me hizo pensar que cuando se pierde la ilusión en algo (en lo que sea, da igual si es el proyecto más simple o la cima más alta del mundo) es como si una pequeña parte de nosotros se apagara, es sentir que estás bien, que no te falta nada, pero en el fondo sientes que hay algo que te falta, y cuando lo consigues recuperar te das cuenta que has ganado mucho más de lo que imaginabas. No es mi intención esconder tristes sentimientos tras estas palabras ni dejar un sabor amargo, todo lo contrario, espero que sirva para recordar ese pequeño detalle insignificante y espero que sirva para que se queden pocas ilusiones olvidadas en los rincones de la mente, porque la vida es mucho más bonita cuando se vive con ilusión y se disfruta mucho más de todo lo que te está ofreciendo.
Quiero dedicar especialmente el post de hoy a ese par de personas que viven estos días con toda la ilusión del mundo, esa ilusión de saber que van a realizar un viaje muy especial para ellos, porque a su regreso su equipaje va a estar repleto de ilusiones para los próximos años, para esa vida nueva, para ese pequeño tesoro que les acompañará en su camino de vuelta. Una ilusión todavía mayor a la que desprenden sus ojos cuando hablan, o cuando simplemente no dicen nada, pero nos envuelven y nos contagian a los que les rodeamos con esa ilusión, una ilusión compartida, porque es lo mejor que le puede pasar a alguien, ver como se materializa eso que tanto ha deseado, ver como los pequeños obstáculos se van superando fácilmente y la meta final espera su llegada. ¡Buen viaje! ;)
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