El Arco Iris.

En el momento en que se despertó esa mañana lo supo, estaba convencida de que algo había conseguido activar el interruptor que provocaría el cambio. Aunque no estaba segura de cual fue el motivo: tal vez una conversación que la hizo pensar sobre su manera de ver la vida y sentirse orgullosa de volver a ser ella de nuevo; tal vez ese sueño erótico que había conseguido desplazarla a un universo de sensaciones que tenía demasiado olvidado; tal vez la desconexión de los últimos días; o simplemente no fue nada de eso en concreto y fue la correcta mezcla de todo lo anterior. Pero si de algo estaba segura es que por fin había vuelto a activar ese interruptor y por primera vez en mucho tiempo supo que esta vez era diferente, por extraño que le pareciera sabía que había sido ella la que había accionado la palanca (aunque todavía no descifrara cómo lo había hecho, pero de averiguarlo ya se encargaría más adelante), se sentía contenta, orgullosa y después de mucho tiempo, contenta con ella misma. Tal vez había quien la consideraba que era un poco "borde" como ella solía decir, pero ella actuaba de una manera coherente consigo misma y actuaba de manera sincera (aunque alguna vez pudiera herir a los demás que podían no estar preparados para su sinceridad).

Tras esa reflexión que apenas duró unos breves segundos se levantó y ese día gozó como nunca de las pequeñas tareas que se había acostumbrado a hacer mecánicamente: disfrutó del aroma a menta del gel mientras se duchaba con velas en el baño y la música de Saint Germain en la cadena, se preparó un desayuno que degustó saboreando hasta el último bocado, se vistió sintiendose sexy imaginandose que él la contemplaba e intentaba desnudarla mientras ella disimulaba, se perfumó con su esencia preferida, se peinó y como era habitual en ella se maquilló sólo con su brillo de labios mentolado. Al salir a la calle contempló que el cambio no se había producido sólo en su interior, todo el exterior era diferente, no sabía dónde estaba, era otro universo, un inmenso prado se desplegaba ante ella, alguien lo había colocado para que ella pudiera llegar al arco iris que se dibujaba a solo unos pocos pasos. Así que sin preocuparse de nada y dejando sentir a su cuerpo la naturaleza que le envolvía se fue acercando a ese milagro de la naturaleza. Siempre había sido uno de sus sueños: subirse a un arco iris, y la vez que más se acercó fue cuando pasó por debajo de uno y lo atravesó, el momento en que quedó suspendida en el mismo punto que él le pareció un instante mágico. Esta vez el arco iris parecía invitarla a subir por encima de él, sabía que era un momento crucial, si dejaba atrás todos sus miedos lograría subir sin problemas, pero si seguía cargando con todos sus miedos el peso le evitaría cumplir su deseo. Tras un breve instante de reflexión se decidió: se quitó todos los miedos que cargaba a sus espaldas y consiguió paso a paso ir subiendo a ese arco multicolor. La subida no fue fácil porque cuando miraba lo que había dejado abajo era como si volviera a cargar con ello y le dificultaba el ascenso, pero finalmente consiguió llegar al punto más elevado del arco y allí se sentó a contemplar todo lo que en ese momento se le ofrecia. Disfrutó de la sensación de sentirse importante a la vez que insignificante entre todo ello, pero estaba tranquila, después de todo lo había conseguido y eso hizo que se sintiera como no se había sentido nunca antes. Se sentía orgullosa de ser quien era, de la sangre que corría por sus venas, de los seres queridos que le rodeaban y de su mundo particular.